La radiografía es un proceso que está dentro del área de imagenología en el que, a través del uso de rayos X, se puede obtener una imagen del interior del organismo. El término también se emplea para nombrar la foto generada con esta técnica.
La principal función que tienen los Rayos X es observar los componentes óseos del cuerpo en blanco, sin incluir los tejidos blandos (músculos, órganos, venas, tendones finos, entre otros).
Los huesos por ser compuestos sólidos, absorben los rayos. Estos al no ser traspasados, generan una imagen negativa sobre un tipo de lámina de acetato especial que está colocada siempre por detrás del cuerpo a estudiar. En la diapositiva, los huesos que toman la radiación de la máquina, se aprecian de color blanco, mientras que los tejidos se conservan en una tonalidad grisácea, para sí poder ser útiles para el estudio de la anomalía. Finalmente, el fondo y grandes cantidades de líquido quedan de color negro.
Comúnmente es un examen médico, en el que la máquina que produce los rayos dispara sus propiedades hacia una persona, obteniendo como resultado una imagen interna del paciente. Las radiografías aportan a los médicos una importante herramienta de estudio del cuerpo.
Básicamente, la radiología puede ayudar en el diagnóstico de diversas enfermedades relacionadas con el sistema óseo como: escoliosis cervical, lordosis cervical fisiológica, artrosis de columna y otros órganos, infecciones como la neumonía, tumores, fracturas o señales de osteoporosis (pérdida de masa ósea), y cáncer entre otras.
Existen distintas preparaciones según el tipo de radiografía que se deba realizar. Es importante consultar al médico o al momento de reservar la hora para el examen, si se debe tomar alguna precaución en especial.
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